Tras el anuncio de Estados Unidos de retirarse finalmente de Afganistán, los talibanes, movimiento político-religioso y organización militar, tomaron el poder en el país generando incertidumbre sociopolítica para toda la zona.
Afganistán es conocido por ser un país conservador donde hay poco espacio para la oposición y esto les ha permitido a los talibanes alcanzar fácilmente poder político y el control, territorial. “La toma del poder de los talibanes fue el resultado del rotundo fracaso de la intervención de los Estados Unidos durante veinte años, de la permisividad y la poca resistencia que los ciudadanos afganos ejercieron en esta retoma y de factores de orden externo como lo es la gran influencia de Pakistán en este país”, comenta Hugo Guerrero, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de La Salle.
Con el retiro de las tropas americanas, se abre la posibilidad a que otros países con la capacidad de influir en esta zona lo hagan. “Rusia ya no es la Unión Soviética que conocíamos antes, entonces posiblemente su mayor interés sea influir en esta región para mantener un cinturón de seguridad con los países satélites que son sus aliados y que limitan con Afganistán. Por su parte, China, en su ánimo de expansión económica a escala mundial, va a buscar afianzar rutas claves que son indispensables para sus intereses en la zona. En este marco, hay que mantenerse atento a si realmente los anuncios de moderación que hacen los talibanes se llevarán a cabo, permitiendo así estos espacios de encuentro a los que aspira la comunidad internacional o, si por el contrario, solo es una estrategia discursiva en el marco de la transición hacia el establecimiento de un régimen cerrado y ultraconservador más parecido al que ya ostentaban hacia la segunda mitad de la década de los noventa ”, menciona Guerrero.
Desde otra dimensión de los hechos, es importante resaltar que, “como consecuencia de lo sucedido en las últimas semanas, no ha habido una salida masiva de afganos que pueda representar una crisis humanitaria de proporciones desmedidas, similar a lo acontecido en escenarios como Siria. No obstante, el problema migratorio existe, y es allí donde Estados Unidos ha instado a varios de sus socios a apoyarle en la gestión de este reto, bien sea de manera permanente o, como aparentemente es el caso de Colombia, de manera transitoria como país de paso de 4.000 refugiados”.
Por otra parte, “como está planteado el papel de Colombia es esta situación, no se percibe que la llegada de estos refugiados vaya a tener una gran trascendencia o impacto en la opinión pública más allá de lo exótico del asunto; se espera que sea temporal y que no genere tensiones o escenarios de conflictividad social; muy distinto al fenómeno que se viene presentando en el caso de la migración venezolana”, argumenta el docente. Aún así, desde una perspectiva de análisis de política exterior, la realidad que se nos pone de manifiesto con estas decisiones, nos plantean que, más que un acto de solidaridad internacional por parte del gobierno colombiano, estamos ante un intento desesperado de la administración Duque por reivindicarse con Estados Unidos, luego de haber mostrado un fuerte, intrusivo y desafortunado apoyo a la candidatura de Donald Trump en el marco de la contienda electoral estadounidense. La apuesta le salió mal al gobierno y sus copartidarios, ahora la realidad es que Joe Biden ganó y es quien pone las condiciones ”, concluye.
Si quieres conocer más sobre lo que está sucediendo, te invitamos a la charla “Hablemos sobre Afganistán desde las voces del islam” este 7 de septiembre a las 11 am en este enlace.
